martes, 16 de febrero de 2010

Desde chicos, el futuro fue siempre un terreno para lo mágico, para la fantasía. Imaginarnos a nosotros mismos como adultos, por ejemplo. De alguna manera, el futuro que imaginamos, forma un mundo paralelo que luego jamás se corresponde con la realidad. El futuro es lo que esta por venir, siempre lo que viene después. El presente se lo va comiendo minuto a minuto y nuevos futuros van apareciendo, como la zanahoria frente al burro, como el efecto óptico del agua al final de la ruta. Y cómo resistirse a imaginarse los futuros posibles, los imposibles, armarlos a nuestro antojo, jugar en ese terreno mágico de especulaciones y fantasía. El futuro, tal vez, sólo exista para darle un motivo a este eterno presente.

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